Cali, 25 de octubre de 2024 – En lo alto de las montañas, existe uno de los ecosistemas más bellos del mundo: el ecosistema de páramos. En Colombia, los páramos cubren aproximadamente el 2% del territorio nacional, pero producen el 85% del agua que consume la población. Es por esto que los convierte en un ecosistema clave para la conservación de la biodiversidad y en verdaderos reguladores hídricos, beneficiando tanto a las comunidades rurales como a las urbanas.
Por esta razón, la cumbre de biodiversidad se convirtió en el escenario perfecto para que miles de visitantes a la Zona Verde se puedan sensibilizar sobre la importancia de estos ecosistemas estratégicos. De hecho, más de 17 millones de colombianos dependen del suministro de agua que viene de los páramos y abastecen en total a 16 ciudades capitales. Tan solo el páramo de Chingaza, aporta el 80% del agua a Bogotá, suministrando 14 mil litros de agua por segundo que llegan a 7.2 millones de habitantes.
El Páramo de Santurbán, por su parte, también es de los páramos más importantes en el país ya que brinda agua a más de 2 millones de personas en Santander y Norte de Santander. Sin embargo, estos ecosistemas se encuentran amenazados, y con ellos, la vida de las personas que los habitan. Entre ellos las comunidades indígenas.
Jhon Alex Aranda, indígena Misak, una comunidad que está presente en los departamentos del Cauca, Huila, Putumayo, Caquetá y Meta, quien recorrió los distritos que componen la zona verde, estuvo compartiendo su conocimiento ancestral.
Para Aranda, los ecosistemas de páramo son fundamentales para su comunidad porque “en los páramos viven nuestros espíritus mayores”; y es a través de su cosmogonía, cultura y pensamiento ancestral, como nos enseñan a los habitantes de la ciudad, que “los páramos no se tocan, no se talan, no se dañan”, enfatizó.
Este líder, destaca también que estos espacios naturales deben ser parte de nuestra vida, y desde su conocimiento ancestral, todas las especies naturales están integradas en el mismo entorno. Los integrantes de la cultura Misak, coexisten y habitan desde épocas prehispánicas el territorio colombiano, y desde entonces han sido los guardianes de los páramos.
Los páramos como territorios sagrados y ancestrales
En los páramos “también están nuestros espacios sagrados”, continúa explicando Jhon Alex Aranda, y destaca que las lagunas, las montañas y las plantas que viven allí han sido cruciales para el desarrollo de sus comunidades, porque han sido lugares de vida, poder espiritual y equilibrio cósmico.
Más adelante, mientras camina por el distrito de Conservación y Restauración de la Zona Verde, Jhon Alex Aranda, cuenta que nació en Cauca, enfatiza que en las comunidades indígenas Misak: “No hablamos de cuidado del páramo, sino que convivimos con ellos”.
De ahí que, en la cosmogonía de las comunidades indígenas andinas, no hablen de “cuidar”, sino de “convivir”, de resguardar como su más preciado bien a los páramos, y a pesar de las dificultades o amenazas ambientales que puedan enfrentar, continúan siendo portadores de conocimientos claves que permiten la supervivencia de este ecosistema.
En la Zona Verde se busca promover el cuidado de los ecosistemas claves para Colombia y el mundo, al tiempo que se fomenta la participación ciudadana en torno a estas temáticas. Por esto es tan importante la Zona Verde, ya que permite ser un ágora global para compartir conocimientos, de cara a la protección de ecosistemas vulnerables, como lo son los páramos.
De este modo, las experiencias vividas en la Zona Verde brindan la oportunidad de descubrir prácticas ancestrales que le permitan a la sociedad proteger estos ecosistemas. Compartiendo conocimiento e iniciativas, que no solo buscan asegurar el uso sostenible de los recursos, si no también garantizar que la biodiversidad de los páramos, no se vea comprometida, ni tampoco la supervivencia de las comunidades que habitan allí.